Cada vez está más generalizada la prescripción de drogas, de psicofármacos «in situ». Llega la ambulancia y le zampan al familiar del accidentado un tranquilizante. Suave, siempre dicen. Sólo es fuerte si no es para tí -esto lo tumba seguro-.

No sientas lo que sientes. No grites, no llores, no desesperes, que me pones nervioso, que no sé qué hacer.

No sabemos qué hacer porque hemos abandonado el apoyo personal, el abrazo, el hombro impermeable, el escuchar sin más.